miércoles, 23 de diciembre de 2015

El sonido del viento



Escuché una vez que el sonido del viento es la historia que se reúne con la humanidad. 
     No recuerdo dónde lo oí, pero sé que se refería al viento que rodea a los monumentos y a los lugares que como turistas visitamos.
     Siempre he tenido alma viajera,  a pesar de que últimamente tan solo puedo hacerlo con mi imaginación, pues mi campo está en barbecho, recuperándose y a la espera de nuevos brotes verdes, que nada tienen que ver con los que algunos usan en su propio beneficio.

Viajar con la mente me transporta a mi infancia. Cuando sentada en la sala de lectura junto a mi madre, leía, miraba y remiraba los libros de “Las maravillas del mundo” o “El mundo en color”. No solo me apasionaba ver aquellos lugares que pensé que algún día visitaría, sino que escribía historias que guardaba en un cajón. Historias que fueron creciendo y creciendo, hasta que la vida mundana las solapó bajo las obligaciones que conlleva madurar y hacerse mayor.
     La vida me ha dado el privilegio de poder compartir esas historias con la gente, al menos una de ellas, la primera, pero he de reconocer que pequé de incauta, y pensé que todo sería mucho más fácil después de publicar la primera novela, cosa que no ha sido así, porque de otra manera, ya habríais podido leer el desenlace de la vida de Costanza.

En un mensaje de Facebook os decía que algún día os explicaría el porqué de tanto silencio durante el 2015. Bien, no soy yo de compartir mi vida personal, por eso solo os diré que no ha sido un buen año, siendo lo peor la pérdida de mi mejor amigo. Uno de cuatro patas que sigo añorando con cada nueva mañana, hasta el punto que en alguna ocasión me falta el aliento y me duele el corazón, cuando sé que nunca más volverá a despertarme. Sé que parece algo enfermizo, pero así me siento.
     Por otro lado la segunda parte de Costanza no tuvo un buen aterrizaje, debido al peso de sus más de 1.000 páginas, que me obligó a tener que recortarla, cosa que no fue fácil, porque no se puede quitar de aquí y de allá, y que terminó teniendo que reescribirla desde un principio, tarea que me ha mantenido ocupada este año, alejándome de las redes sociales más de lo que hubiera querido. La buena noticia es, que de nuevo terminada, comenzará su aventura por las editoriales, supongo ya el próximo año, así que espero que aquellos que ansían su aparición en librerías, vean cumplido su deseo que también es el mío.
     En tanto la novela comienza su propia Odisea, que esperemos llegue a buen fin, espero que el 2016 sea mucho mejor que este, laboral y personalmente hablando, aunque dicen que los mejores artistas son aquellos que viven atormentados. ¡Va a ser que nunca me ha gustado esa frase! Expectante... puede. Ansiosa... de bien seguro. Pero... ¿Atormentada? ¡Rotundamente NO! 
     No estoy dispuesta a perderme ni un solo sonido de ese viento que me espera aunque sea al girar la esquina.

Sé que algún día lo escucharé, lleno de la retórica de Aspasia de Mileto, quien de bien seguro dejó que sus palabras se entrelazaran entre las columnas del Partenón. Sé que me embriagarán los susurros que inspiraron a Safo de Lesbos los poemas escritos por un alma rota, debido a un amor no correspondido. Sé que algún día disfrutaré del sonido parisino que llenó los días revolucionarios de Simone de Beauvoir, acompañada de la luz que Berthe Morisot plasmó en sus obras.
     Y sé, por supuesto lo sé, que algún día me extasiaré con el olor de la tierra veneciana. El aroma que forma parte de Costanza. De mi Costanza, y de ahora ya, vuestra Costanza.
     Mientras, seguiré nadando contra la corriente, pues jamás fui yo de dejarse llevar por caminos creados por otros. Seguro que sería más fácil, pero creo que la vida no debe ser fácil, debe valer la pena, para que cuando alguien te pregunte si así fue, puedas contestarle con una sonrisa de oreja a oreja, porque sabes que la tienes bien merecida.

A todos los que seguís aquí. En el Blog, en Facebook, y en el dichoso Twitter, al que no acabo de cogerle el puntito, gracias. Mil gracias por seguir nadando conmigo.
      
Os deseo unas felices fiestas. Una navidad entrañable. Un tiempo de paz y armonía, que bien necesario es con todo lo que está ocurriendo. Una increíble entrada de año, y un 2016 lleno de buenos deseos.
     Y por supuesto y que nunca falte. Slow Life!!

miércoles, 21 de octubre de 2015

Cielito mío



Nunca pensé que te fuera a echar tanto de menos.
A veces incluso creo verte dormidito sobre el sofá de mi despacho y aún salto de la silla cuando oigo algún sonido parecido al que hacías cuando necesitabas que te levantara.
He luchado por ti durante diez meses. Sé que incluso por encima de lo deseablemente necesario, porque no me importaba que te hubieras quedado invalido, ni que te tuviera que dar de comer, ni que tuviera que limpiar tus accidentes.
Capeé como pude las caras de circunstancia cuando decía que no podía salir porque no podía dejarte solo, o porque el tratamiento que recibías se llevaba todo el dinero que guardaba para celebraciones y/o regalos, aunque he de decir que he de dar las gracias a los amigos que nos han comprendido en esos momentos.
Puede que ahora me dé cuenta de que te he amado por encima de mis posibilidades, porque ahora que no estás, te echo tanto de menos que, aunque sé que todo pasará, temo el momento de llegar a casa y no verte en brazos del que, aunque otros se rían, siempre será el teu papa, como yo siempre seré la teva mama.
Te fuiste después de dieciséis años con nosotros. Toda una vida compartida con un ser que siempre creí que era un ángel de cuatro patas.
Cuánto nos reímos cuando te enfrentaste a tu primera vez en el mar. Cuando conociste a la que fue tu pareja hasta hace dos años, l’Estel. Cuando perdiste el miedo a los coches a la hora de pasear. Y cuánto sufrimos por tus continuas escapadas para ver mundo. Cuando el papa te tenía que ir a buscar, aunque siempre te encontraba a medio camino de vuelta, porque por suerte siempre te acordabas de volver a casa.
Fuiste de alguna manera mi ángel guardián, porque jamás dejaste que llorara en los malos momentos de la vida. Cuando lo hacía, tú estabas allí para sofocar mi llanto, dándome lametazos que a mí me parecían los besos más dulces del mundo, y uno de los pocos que me arrancaban una sonrisa, en tanto la pena desaparecía para siempre.
La verdad es que nunca creí poder amar tanto a alguien que no fuera humano.
Sharky, te llamamos, porque lo mordías todo y Shark nos pareció un nombre demasiado grandilocuente para un bichejo que no pesaba ni un kilo cuando te trajimos a casa.
Cuando te dormimos este domingo, recuerdo que dije que si aquellos que desean un perro, supieran lo duro que es el momento de la despedida, se lo pensarían dos veces antes de tenerlo. Ahora, cuando el tiempo ha pasado y casi no recuerdo ese momento, sino que a mi mente vienen los preciosos instantes que he vivido contigo, mi respuesta es bien diferente. Volvería a encontrarte. Volvería a elegirte y volvería a traerte a casa sin pensarlo.
Mi pequeño Houdini. Algunos incultos dicen que careces de alma, porque no eres humano. Si Dios es el Dios que creo, te aseguro que te dotó de ella, pues nadie que carezca de esta, puede transmitir tanto amor como el que tú nos has dado.
Gracias por compartir tu vida con nosotros. Espero verte al otro lado dentro de muchos años.

Ahora... ¡Corre como lo hacías antes, mi vida!
Te quiero cielito mío.

martes, 22 de septiembre de 2015

Carta a Carme Balcells




Estimada Carme Balcells,
¡Cuántas veces he visto tu imagen como aquello que realmente era!
La Medici de la literatura. Aquel ángel de hierro que convirtió la escritura en una profesión. Una de las Rosas que inspiran mis novelas.

¡Qué triste que te hayas ido sin habernos conocido! ¡Qué pena más grande tu marcha ahora que los escritores tanto te vamos a necesitar! ¡Qué bien les va a ir a aquellos que dicen que nunca más un escritor podrá vivir en exclusiva de escribir libros!
Triste. Muy triste.

Nunca te conocí, y es curioso lo que de ti se oye ahora. 
Me sorprende pues siempre escuché que nadie osaba hablar mal de los muertos, pero en cambio los rumores sobre tu fuerte carácter, tus grandiosos enfados con editores, escritores de renombre, y otros agentes, llenan la boca de aquellos que hablan de ti.
Ahora me gustas más. Sin haberte conocido creo que hubiéramos hecho buenas migas, pues creo que te abanderaba la libertad y la sinceridad, aunque luego tuvieras que disculparte, que al parecer no te costaba nada.

No soy de llorar. Bueno, eso es mentira. Soy llorona y con los años, más, sobre todo cuando me encuentro con gente que defiende a capa y espada al débil, frente a los grandes grupos comerciales que nos rodean, y que cada vez nos rodearan más.
Pero por ti no voy a derramar lágrimas, aunque te aseguro que pienso en tu muerte y mi corazón se acongoja.
¡Ay, si te hubiera conocido! A lo mejor te hubiera odiado, al menos durante un ratito, aunque luego hubieras sido aquella “Mamá Grande” de la que la mayoría de tus protegidos hablan.
He llegado tarde y lo siento. ¡No sabes cuánto!

Me gustaría que hubieran más agentes como tú, pero no. Ya nadie es mecenas. Nadie arriesga.

Desde aquí. Desde la soledad del escritor enfrentándome a una nueva página en blanco, solo deseo que estés donde estés, sigas vigilando a tus protegidos, entre los que desde ahora mismo me encuentro, con tu permiso, aunque no te haya conocido.

Un beso Mamá Grande. Descansa en paz.

jueves, 8 de enero de 2015

2015, el año que asesinaron la libertad



Las fiestas ya han terminado y con su final, todo vuelve a la calma, y en mi caso al silencio de una casa, que por estas fechas se llena de gente y de tiernas voces que no paran de hablar, incluso antes del necesario café matinal, que es el que me pone en marcha.
Ahora, de nuevo en la soledad de mi despacho, las musas, una vez se aseguran de que vuelvo a estar a solas conmigo misma, vuelven a pulular a mi alrededor para inspirarme nuevas historias, que en un tiempo ya tendrán vida propia sobre cientos de páginas, ahora en blanco.

Lamentablemente, este año 2015 ha comenzado con la noticia del salvajismo de unos pocos radicales fanáticos, que se han llevado por delante la vida de doce personas, por el mero hecho de que no les gustaba lo que dibujaban.
De veras que intento comprender, como un ser humano puede llegar a matar a otro, solo porque haya ridiculizado la imagen de su dios, su profeta, o su religión. Intento adentrarme en la mente de esos mal nacidos, y solo puedo decir que imagino que deben ser seres débiles a los que algunos mal llamados, “guías de su fe”, les sorben el poco cerebro que tienen, para inculcarles un dios que no existe, más que en las perturbadas mentes de algunos pocos, que usan esa divinidad para crear el caos, para llevar el miedo de un dios guerrero y malvado que desea inculcar por la fuerza su severa ley.
Como mujer de fe que me considero, numerosas han sido las veces que he visto la imagen de mi Dios ridiculizada. Y si bien, puede que sí, que interiormente me fastidien esos actos, jamás se me ocurriría callar la boca o intentar amordazar la libertad de expresión de aquellos que satirizan y que usan la polémica para vender más, porque yo, como mujer libre, tengo el poder de decidir si eso me afecta o no, siendo la solución, pasar la página, no comprar esa publicación, o incluso, leer aquello que puede que me ofenda, para ver la poca imaginación que tienen algunos, que necesitan de la polémica para darse a conocer al mundo.

En septiembre del 2012, escribía un blog sobre la publicación de las primeras viñetas, que ya tuvieron su contestación a manos de algunos radicales. En él comentaba que los artistas tenemos un deber con el público, y de alguna manera, venía a decir que tan en contra estaba con aquel radical que intenta imponer su fe por la fuerza, como el que se mofa y hace escarnio de algo en lo que millones de personas creen. Ahora ante estos hechos deleznables que han acabado con vidas humanas, no puedo contradecirme, porque faltaría a mi propia integridad, pero está claro que, cuando alguien se cree con el derecho de imponer su fe por la fuerza, acabando con lo más sagrado que nos ha dado Dios, que es la vida, pierde todo derecho de defensa, y por mi parte, de perdón, aunque en verdad creo que son solo marionetas de alguien a quien le va muy bien esa cultura del miedo, esa imposición de la violencia que tanto nos aterra a los ciudadanos de a pie.

Para ser sincera. Yo no soy Charlie. No puedo serlo. Pero siendo una de las que defienden a capa y espada la libertad de expresión, y la libertad humana de intentar llevar nuestras ideas a los demás, de la forma que mejor creemos que pueden llegar, no acepto y no perdono el radicalismo, el fanatismo y la cultura del miedo que algunos quieren imponernos. Y si bien no puedo firmar el titular “Todos somos Charlie”, si firmo otro que dice “La libertad asesinada”.
La violencia no es la solución. La violencia es un acto abominable que lo único que crea es más fanatismo y radicalización. 

No podemos permitir que el miedo gane la partida. No podemos permitir que la libertad sea asesinada. Llamarme ilusa, pero tengo la esperanza de que el ser humano cada vez le tenga menos miedo al miedo.