miércoles, 20 de abril de 2011

Mejorar el mundo en el que vivimos


En todos los libros que tratan sobre la evolución de la vida, se puede leer que las especies que sobreviven a los numerosos cambios que han habido, hay y habrán en nuestro planeta, son aquellas que mejor se adaptan a su entorno.
Hay documentos que incluso aseguran que de haber un holocausto nuclear o una catástrofe que terminara con la humanidad, la única especie que sobreviviría sería la de los blatodeos o como solemos llamarlos, cucarachas.
Los entomólogos tienen constancia de la existencia de esta especie de insecto desde hace más de trescientos millones de años, lo que la convierte en una especie animal que ha sobrevivido incluso a la catástrofe natural que exterminó a los dinosaurios.

¿Por qué podrían sobrevivir las cucarachas a un holocausto nuclear? Es simple. Por su pequeño tamaño, que les permitiría refugiarse en cualquier fisura convirtiéndola en un refugio natural donde sería difícil que la radiación llegara y por su capacidad de reproducción, siendo las generaciones muy cortas y pudiendo desarrollar con cada nueva generación genotipos resistentes a cualquier agente letal, algo imposible de que ocurra en animales con crecimiento más lento, como son los mamíferos. En definitiva, adaptándose al mundo en el que viven, sin querer convertirlo en el mundo donde quieren vivir.

El ser humano por el contrario, en vez de adaptarse, transforma, crea, construye, inventa. Supongo que eso nos convierte en la especie animal superior, en la que todo es nuestro, todo nos pertenece y por ello hacemos con lo nuestro lo que nos da la gana, sin pensar que a la tierra o a la que algunos llamamos madre Gea, pueda o no gustarle.
No hablo ya de teorías como que la tierra se revela, que nos está dando un ultimátum para que la respetemos, no. Eso, algunos lo tacharían de locura y de fanatismo ecológico. Pero si digo que, a lo mejor, el ser humano cree tenerlo todo bajo control, cuando en realidad, no hay nada más lejos de la verdad, si no que estamos en un planeta que hace con nosotros lo que a él le da la gana.

Con tanta sabiduría, tantos científicos, tantos expertos que el mundo ha creado, somos incapaces de controlar un tornado, un ciclón, un terremoto, un tsunami, las lluvias monzónicas que inundan ciertos lugares del planeta, la nieve que satura nuestras carreteras, los volcanes que impiden que nuestra tecnología pueda llevarnos a otros lugares del mundo. Somos tan, tan inteligentes, que ni siquiera podemos hacer que la desertización de algunas zonas del planeta siga adelante.
Tenemos la mejor materia prima, unos cerebros altamente desarrollados y en cambio, somos incapaces de usarlos para mejorar el lugar donde vivimos.
A veces, creo que somos como las langostas, llegamos en masa al planeta y disponemos de sus recursos naturales hasta que terminamos con ellos, sin importarnos lo mas mínimo como vivirán las generaciones posteriores. ¡Va! ¡A quién le importa eso, si no va a estar aquí para vivirlo!
Hemos deforestado selvas vírgenes para poder construir carreteras, hemos taladrado los fondos oceánicos para la extracción del petróleo, nos hemos apoderado del espacio, enviando una cantidad de basura espacial que ahora no sabemos como controlar, tan sólo para poder disfrutar de una mejor comunicación o para poder tener el control sobre aquello que tememos. Hemos construido centrales nucleares sin pensar en sus consecuencias, hemos enviado a nuestros misioneros para que las tribus indígenas dejaran de vivir en la prehistoria y fueran como nosotros, para así poder quitarles su hábitat natural. Creamos guerra para apoderarnos de territorios, esclavizamos a niños para poder lucir joyas o para poder llevar nuestros tejanos favoritos, y la excusa de los que permiten cosas así, es tan simple como: Ah.... yo no lo sabía.

Soy la primera en que le gusta tener un piso en el que refugiarse, una tele donde poder entretenerse, una estantería llena de libros que leer, un ordenador con una buena conexión a Internet para poder informarse, un mp3 para escuchar música e incluso un buen móvil con el que pueda comunicar con los que tengo lejos. No soy la única que desea tener un coche en la puerta para no tener que esperar al transporte público, unos ahorros que me permitan volar a otros parajes paradisíacos donde poder hacer nada durante mis vacaciones...
Así es la sociedad, esa es nuestra cultura, más dinero, menos tiempo, más cosas que acumular, más experiencias que vivir, soy más, soy mejor, tengo mucho más que tú...

Me pregunto que ocurriría, si los países mal llamados del tercer mundo, despertaran algún día diciendo: ¡Eh, yo también quiero eso! Un coche en la puerta, una tele grande y dinero para poder viajar.

¿Qué es lo que nos diferencia a nosotros de ellos? ¿Qué nos hace mejores? Si, sé que muchos pensarán que es culpa de sus gobiernos, aunque lo que deberíamos pensar, es quién decide que esos gobernantes sigan en ese lugar, expoliando sus tierras, llenando sus bolsillos de dinero, esclavizando a su pueblo, coartando sus libertades y decidiendo que vivan en la total ignorancia, para que así pueda el primer mundo subsistir en esta vorágine de poder absurdo que algunos creen que nos convierte en seres superiores.
¿A cuantos, que ni siquiera viven en ese lugar, les beneficia tener esos gobernantes? Me pregunto qué ocurriría si hubiera tan sólo uno de esos caciques que dijera: ¡Se acabó! Ya no exporto más nuestros recursos naturales, no necesito vuestra armas, ni vuestro dinero, ni vuestra protección. Ahora cuidaré de los míos y todo lo que den nuestras tierras, será para beneficio de los que en ellas habitamos.
No sé a ciencia cierta que ocurriría, aunque puedo imaginarme como terminaría. Guerra civil, balazo en la sien, nuevo gobierno afín al primer mundo. FIN del dilema.

¿De verdad creemos tener el control sobre todo? ¿Tan listos nos creemos? ¿Tan superiores?
Supongo que muchos no se diferencian en nada a esas cucarachas que pueden sobrevivir a un holocausto, aunque como todo ser vivo, se encuentran en una inevitable cuenta atrás que si tiene un mismo final para todos.

Doy gracias por todos aquellos seres humanos que han mejorado el mundo, incluso sin tener recursos. Ellos serán recordados toda la vida. A las cucarachas nadie las quiere, nadie las desea y una vez muertas, nadie se acuerda de ellas.

Slow life... Si todos aportáramos nuestro grano de arena para mejorar el mundo, este sería mejor.

2 comentarios:

  1. Que interesante y sabias palabras. Estoy tan de acuerdo con todo lo que dijiste, y sin embargo, siempre que analizo estas cosas llego a la pregunta final de: "y ahora que hago?". Que podemos hacer para cambiarlo!?

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  2. Sin osar compararme con los grandes filósofos de la antigüedad, como ellos, de vez en cuando, me levanto con estos pensamientos que debo escribir. Y como ellos, los lanzo al aire por si son de alguna ayuda, pues de vez en cuando, gente como tú, se pregunta ¿Y qué puedo hacer yo para cambiar el mundo? Es difícil contestar a ello, aunque te diré lo que a mí me dijeron un día:
    ¡NADA!
    ¡TODO!
    Y realmente, ese TODO, solapa al NADA, pues, a pesar de que el mundo no cambiará si los pueblos subyugados no se liberan de supersticiones vanas, que les hacen creer que hay gente por encima suyo. Nosotros, en mayor o menor medida, podemos cambiar nuestro entorno. Y es tan fácil como por ejemplo sabiendo qué y a quién compramos los productos de uso diario. ¿La ropa que llevamos los ha fabricado una empresa que usa a niños para coserlos? ¿Esa empresa trata bien a sus trabajadores, les respeta y les da un sueldo digno? ¿De dónde vienen los productos que comemos? ¿De países donde hay dictaduras, donde el Rey se enriquece mientras el pueblo pasa hambre? ¿Hacemos todo lo posible para no gastar más recursos de los que necesitamos? ¿Transmitimos a los demás esas ideas?
    En mi humilde opinión, creo que, simplemente, es ser consecuente en nuestro día a día, pensando en aquello que hacemos antes de hacerlo.
    Puede que a nivel global, estos cambios no sirvan de nada, pero yo, desde que pienso antes de comprar, me siento mejor conmigo misma y con ese lejano "3er mundo" que nos han hecho creer que está a nuestro servicio.

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