martes, 19 de abril de 2011

Cómo me alegro de no ser hormiga


Como animales que somos, (aunque algunos digan que no), nuestra sociedad está jerarquizada como muchas colonias de insectos que nos rodean, por mucho que existan expertos que digan que la jerarquía, es un concepto que sólo se da entre humanos y que la sumisión y obediencia animal se trata de otro concepto que nada tiene que ver con la susodicha jerarquía. Lo que no he podio averiguar, es como se llama ese concepto que yo creo nos une a esas sociedades de hormigas, donde cada individuo tiene su papel.

Como aprendiz de mucho y maestro de poco, espero que las jerarquías impuestas por el mero hecho de nacer de alta cuna o sangre azul, tengan sus días contados, puesto que nada proporcionan a la sociedad actual y quiero entender que una sociedad moderna donde existe un gobierno democrático, la voz del pueblo, (mediante su voto), debería decidir todo aquello que atañe al modo de vida al que cada día nos enfrentamos.

¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!... ¡¡Perdón...!! No sé que me ha pasado, pero de pronto he empezado a reír sin poder parar... Ya ves tú que tontería de risa nerviosa.

¡Sí! ¡Vale! ¡Sé que no es así! Sé, que aunque ejerzamos nuestro derecho al voto, ellos, (los políticos), seguirán haciendo lo que les da la gana. Pero bueno, esto no es de lo que estábamos hablando, además...

¿Quiénes somos nosotros, pobres hormiguitas obreras, para poner en duda su buen hacer? Ellos son expertos que se rodean de otros expertos. Unos, expertos asesores, otros, expertos economistas, otros, expertos sociólogos y algún que otro, experto en nada, aunque si es experto en disimular muy bien, tan bien que nadie se da cuenta de que no sabe nada.

Pero volvamos al tema de hoy. Como toda jerarquía, en nuestra sociedad todos tenemos nuestro lugar, aunque a veces sea difícil encontrarlo a causa de los palos que el gobierno pone a las ruedas de este gran carromato, del que en teoría todos deberíamos tirar en una misma dirección, (y cuando digo todos, incluyo a la oposición). No sé si tiene mucho que ver comparar nuestra jerarquía con la de un hormiguero, pero a veces, este cerebro de artista, me juega malas pasadas como querer pensar qué lugar ocuparíamos si viviéramos en uno.

Dicen que los hormigueros tienen una jerarquía piramidal que se transmite de generación en generación. La reina, única y solitaria, constituye una casta por si misma y se sitúa en el vértice. Tras ella, los machos y después, la clase inferior y más numerosa, la de las trabajadoras.

Los estudiosos de hormigas, que los hay, dicen que existen millones de ejemplares y aunque todas pertenecen a la misma especie, se dividen en lo que podríamos llamar grupos diferentes que tiene cada uno su modo de vida distinto a los demás. Las tres variedades, (reina, machos y obreras), atraviesan las mismas etapas al desarrollarse desde el huevo del cual nace una larva, al estado de crisálida, hasta convertirse en hormiga adulta. Lo curioso es, que a pesar de que las diferencias anatómicas de cada casta, se advierten en el estado de ninfa, ya desde el huevo, hay entre ellas diferencias físicas que las convierten en lo que son. Así pues, la que será reina desarrollará alas que son imprescindibles para el ritual de apareamiento y las obreras no dispondrán de saco seminal donde almacenar el esperma de los machos, aunque estas no serán estériles, si no que a través de sus ovarios, desovaran óvulos no fertilizados de los que nacerán sólo hormigas macho.

En estas sociedades omnívoras, se han desarrollado costumbres pastorales y agrícolas, teniendo obreras especializadas a las que suelen denominarse soldados. Estas, tienen las mandíbulas muy grandes, por lo que se supuso en un principio que su misión era defender el hormiguero, pero los estudios han demostrado que los soldados disponen de esas grandes mandíbulas para poder romper las semillas y granos para que sus hermanas puedan comer.
Por otro lado, existen las hormigas cortadoras que son las granjeras de la colonia, pues cultivan ciertos hongos en las cavernas del hormiguero que fertilizan con las hojas de las plantas que cortan de nuestros jardines. De estos hongos surgen los pulgones a los que las hormigas protegen e incluso cuidan de sus huevos, para poder disfrutar del líquido dulzón que estos exudan. Se han llegado a encontrar incluso hormigas obreras que son usadas como tanques vivientes de este líquido. Estas, se alimentan con ingentes cantidades del dulzón exudado de los pulgones y sus cuerpos adquieren tal tamaño, que terminan siendo incapaces de moverse, permaneciendo inmóviles y regurgitando gotas del alimento cuando les es requerido.

La reina, nacida de un huevo fertilizado, usa sus alas para aparearse con los machos y quedar fertilizada para parir nuevas hembras, que se dividirán en cortadoras que van a buscar granos para traerlos al hormiguero, y hojas que usaran para crear moho de donde nacerán los pulgones, en soldados que romperán esos granos y semillas para alimentar a sus hermanas, y en tanques que almacenaran el dulce néctar de los gusanos. La reina seguirá pariendo hormiguitas hembras que a su vez parirán hormiguitas machos que seguirán fertilizando a la reina para que pueda parir más hormiguitas reina, y las obreras seguirán trabajando para hacer que toda la colonia subsista.

¡¡¡¡¡Ahhhh!!!!! ¡¡Qué interesante la vida de las hormigas!! (Ironía).

Así pues, resumamos nuestra colonia:
Reina. Su papel principal y exclusivo es poner huevos fertilizados de los que nacerán las hormigas hembras.
Machos. Fertilizadores de la reina, (mueren a las pocas semanas de haberla fertilizado).
Obreras. Ponen los huevos de donde salen los machos y se dividen en:
Soldados que rompen los granos
Cortadoras que fabrican los hongos de donde salen los pulgones

No quiero ser la reina, que sólo sirve para parir hormiguitas
No quiero ser un macho que fertilice y desaparezca al poco de haberlo hecho
No me veo siendo soldado y pasando mi vida cortando alimento para los demás
No pienso vivir mi vida recolectando y cortando hojas para criar moho

Y por supuesto jamás sería un simple tanque de almacenamiento que rezumara dulce cada vez que así me lo pidieran.

Con lo cual, he llegado a una conclusión:

¡¡Jo!! ¡¡Cómo me alegro de no ser hormiga!!

¡¡Slow Life!!         ;-)

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