jueves, 10 de marzo de 2011

Diez días y Primavera

No, no es que no sepa contar o que haya errado en mis entradas de este blog al pasar de la infancia de los trece años, a la adolescencia de los dieciséis. Sé que he omitido dos años de la vida de cualquier ser humano. Entre los 14 y los 15 años. No es que en esos años seamos invisibles, aunque nos lo parezca, si no que, es muy difícil saber cuando dejas de ser un niño, para pasar a ser adolescente.

¿Y NOSOTROS QUÉ SOMOS? (14 y 15 años)
Esos años para mi, no fueron difíciles, aunque como ya sabéis, yo tuve mucha suerte y la vida fue y ha sido muy benevolente conmigo.

Recuerdo esa época y me veo a mi misma jugando con las Barbies, aunque ahora ya no se iban de compras si no que se besaban y hacían otras cosas que salían en la revista Nuevo Vale, (revista que compraba a escondidas de mi madre), con sus respectivos novios, llamados Ken.

No sé si alguna vez os lo he comentado, pero tengo un don y por gracia o desgracia, mi mente olvida muy rápidamente las cosas malas que le ocurren. Con ello y a pesar que hasta ahora lo recordaba vagamente como algo malo, durante esa época, mi madre descubrió las revistas, (creo que si no tenía decenas de ellas, no tenía ninguna), las leyó y decidió que no eran apropiadas para mi. Nadie me preguntó si estaba de acuerdo, pero las revistas desaparecieron.
Sé que en aquel momento tuve una gran rabieta, pero ahora sé que eso es la educación. No ha de gustarte, nadie te ha de pedir permiso para educarte, ni si quiera has de estar de acuerdo con sus maneras, pues (en teoría y en la gran mayoría), los actos de los padres, son realizados bajo un sentimiento que todo lo permite, que es el amor.

Ahora que pienso en esa época, fui una niña/adolescente muy privilegiada, pues también recuerdo que mis juegos se realizaban en una habitación decorada tal como yo quise, con los muebles que yo quise y con las paredes empapeladas de mis artistas favoritos.
Yo pedía y mis padres me daban, tan sólo recuerdo una norma, no se sale de noche, (sí, estuve llegando a las diez de la noche hasta los dieciocho), pero en cambio, podía hacer todas las fiestas que quisiera en casa, (por suerte era una casa muy grande y mis padres siempre se quedaban en su habitación).

En aquella época, tenía una... Iba a decir muy buena amiga, aunque con los años, descubrí que yo era mejor amiga de ella, que ella de mi, pero bueno, en esa época yo aún no lo sabía y con ella experimenté mi primer cigarro en la azotea de su casa, largas tardes viendo los vídeos de Limahl, desentonaciones de las tontas canciones de Alex y Christina, los primeros coqueteos con los chicos, y el compartir unos sueños completamente oníricos y faltos de realidad que por aquel entonces, creíamos que se iban a cumplir.
A lo que iba, recuerdo especialmente un día, (para que veáis la fina línea que durante esos dos años separa a la niñez de la adolescencia), que fuimos a Portal de l'Angel a tomar una hamburguesa al Pokin's, (que era como el Mac Donal's, pero mejor), y que empezó a llover a cántaros a nuestra salida del local. Ninguna de las dos llevaba paraguas y nos quedamos escondidas en un portal para ver si despejaba. De pronto, algo en mi interior hizo click y supongo que por muy mayor que pensara que era, aquel click, me devolvió a la infancia de la que no había salido aún. Dejé mi mochila en el portal y empecé a dar vueltas en medio de la calle, mientras la lluvia me empapaba. Daba tantas vueltas y tan rápido que ni siquiera me fijé en las miradas de desaprobación de los adultos que pasaban bajo sus paraguas abiertos, pero si me di cuenta que mi amiga me miraba sin saber que hacer y sin para de dar vueltas le dije: Vamos Eva, no sabes lo chulo que es.

Y nos pusimos a dar vueltas y mas vueltas hasta que caímos mareadas al suelo en medio de un enorme ataque de risas y carcajadas que, (al menos a mí), me conectaron con la niña que aún llevaba dentro y que se negaba a dejarme del todo, (por suerte, esa niña jamás se ha ido del todo y aún hoy día, se que está ahí, latente, a la espera para cuando algún día la necesite).

Con esta historia tan personal, sólo quería decirles a todas esas niñas/adolescentes y me refiero a las féminas, pues desconozco si ellos pasan por lo mismo, que no debéis esconder a esa niña que tenéis dentro, que hay tiempo para todo, que ser adolescente es algo bonito, siempre y cuando, antes hayas sido niña. Que ser niña no es malo, y que te traten como tal no es vergonzoso.
Si, vale, los tiempos han cambiado, las niñas de ayer ahora ya son adolescentes, hacéis cosas que nosotras a vuestra edad no hacíamos, pero os he de decir que en este afán de llegar a la adolescencia, de experimentar todo aquello que vuestras hermanas, primas, amigas ya han vivido, os olvidáis de amueblar vuestra mente y vuestro corazón con lo más importante, las experiencias que sólo esa etapa de vuestras vidas pueden daros: Risas con las amigas, amistad de aquella que crees que durará siempre, locuras como comer patatas fritas regadas con Coca Cola, bromas y gamberradas que se hacen a vuestra edad, sólo por el mero hecho de tener vuestra edad y libertad de actuar como un niño, teniendo cuerpo de mayor.

No os perdáis todas esas experiencias locas, no dejéis que la sociedad que se mueve tan deprisa en estos tiempos, os engulla a un huracán al que ya llegaréis. Mirad el ejemplo de Demi Lovato, un icono de vuestra época que ya no lo es tanto.
Tan sólo son dos años, pero... ¡Qué dos años! No dejéis que aquello que veis en televisión, lo que os dicen vuestr@s amiga@s, las canciones que escucháis, las imágenes que veis y los sentimientos que os abruman, oculten a la niña que aún lleváis dentro, porque una vez se esconda, ya no volverá a salir hasta dentro de muchos años.

¡Sed felices! Pero, vivid cada cosa en el momento adecuado.

Las prisas no son buenas compañeras y las experiencias se han de vivir en el momento justo, para que sean recordadas como buenas.

Así que, Slow life para vosotras también y permitid que esa niña salga de vez en cuando.

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