martes, 1 de marzo de 2011

Éolo, Helios y los Oceánidas


En anteriores entradas ya os informé que la mitología, (no sólo la griega), me apasionaba, pero aunque es necesario un breve prólogo sobre este tema para que comprendáis el título y la simbología que tiene con lo escrito, he de deciros, que la entrada de hoy va sobre nuestra absurda dependencia con la exportación de energía y de como nuestros "dioses" (gobernantes en este caso, que no dejan de ser dioses pues dominan nuestras vidas), hacen caso omiso a las numerosas energías renovables que nuestra tierra nos ofrece.
La mitología, hoy un arte menospreciado, es una de las más maravillosas formas de acercarnos al pasado y a lo que pensaban los que antes que nosotros caminaron sobre la tierra. Siempre he creído que sin querer entender el pasado, no se puede evolucionar a un futuro y que si menospreciamos a los que antes que nosotros poblaron el mundo, nada nos separa de los propios animales, que ni quieren ni pueden saber el porqué de su existencia.

Muchos diréis que Éolo era el dios del viento, pero a pesar que algunos escritores así lo mostraron, la mayoría de los antiguos literatos griegos, lo describían como el señor de los vientos, su guardián y responsable de su control. 
Helios personificaba al sol y cruzaba la tierra de punta a punta con su carro solar ocultándose al llegar al otro lado. 
Los Oceánidas eran los dioses de los ríos, que gobernaban sus afluentes y corrientes.

Sabéis que cuando un tema me apasiona es muy fácil para mí irme por sus ramas y os aseguro que ahora mismo estoy haciendo un esfuerzo realmente titánico para no contaros las preciosas historias mitológicas que conozco sobre cada uno de ellos. Pero si bien, estas historias quedan ya muy lejos, creo que si en algo nos tenemos que fijar de nuestros antepasados, es en la forma que vivían en paridad con la tierra y con los elementos de la naturaleza, aunque creyeran que estos estaban dominados por sus dioses.

La verdad es que no sé que nos diferencia a nosotros de ellos, cuando nuestros dioses, (gobernantes), también deciden en como "no se usa" esa energía que la madre tierra nos ofrece casi sin coste.
Nuestra tierra es regada con numerosos presentes, cómo son un sol poderoso que nos alumbra y calienta más de doce horas al día, con ocho tipos de vientos que cruzan nuestra península, algunos con ráfagas de hasta cien kilómetros la hora y con más de setenta y dos ríos y afluentes repartidos por todo el territorio nacional. Aún así, las energías renovables que podrían surgir de toda esta riqueza natural sólo cubren un trece y medio por ciento de la energía que el país necesita, teniendo que importar, (según datos estadísticos), casi el cuarenta por ciento de crudo a Libia, Irán y Rusia y hasta el cincuenta y dos por ciento de gas a Argelia y Nigeria.

Yo no sé mucho sobre llevar un país, y la verdad es que ni quiero saberlo, solo sé, en mi pobre ignorancia, que España dispone de una cantidad indecente de recursos que no usamos mientras nos convertimos, (según la O.C.U), en el país de la Unión Europea con la factura más cara en electricidad, por detrás de Alemania y Dinamarca.

Voy a coger a este último como ejemplo, [por ello y para que tengáis todos los datos, he de deciros que a pesar que en Dinamarca la factura de la energía es más cara, también tienen, un sueldo mínimo, (aunque no por ley, pues allí ganas según lo que vales y no según como te catalogan), de 1.685 €, frente a los 641 € que se gana de mínimo en España]

Y ahora, la historia, o como no depender de los proveedores:


En mil novecientos setenta y tres, tras la guerra entre Israel y Egipto, la Organización de Países Productores de Petróleo Árabes comenzó un embargo petrolero a los que apoyaban a Israel. Esto significó que Estados Unidos, Japón, y la mayor parte de Europa, se quedara sin energía. 
El efecto fue devastador, aumentaron los precios y provocó una recesión en todo el mundo.
Los países afectados pusieron en marcha planes para la conservación de la energía, como fue, bajar el límite de velocidad a cincuenta y cinco kilómetros por hora, apagar las luces por la noche...
Pero, cuando la crisis terminó, la mayoría de las naciones volvieron a sus viejas costumbres, aunque hubo una que no quiso seguir el juego. Dinamarca dependía en un noventa y nueve por ciento del petróleo extranjero, (con lo cual fue uno de los más afectados), y decidió no volver a estar a merced de sus proveedores de petróleo. Así pues, hacia el año setenta y seis, los daneses optaron por un ambicioso y costoso programa para llegar a ser totalmente independientes en cuanto a energía, desarrollando nuevos sistemas de energía limpia, imponiendo altos impuestos a los hidro carburos, acatando normas rígidas de conservación energética y encaminando sus pasos al uso del viento, invirtiendo en tecnologías eólicas y en el aprovechamiento de los vientos de la costa.
Hoy en día, Dinamarca produce energía suficiente para cubrir todas sus necesidades, vendiendo  la que les sobra a otros países. Sus programas de conservación de la energía han tenido tanto éxito que en los últimos treinta años, incluso con una amplia modernización y un aumento del siete por ciento de la población, su consumo de energía anual se ha mantenido básicamente en los mismos niveles y aunque Dinamarca tiene uno de los impuestos más altos del mundo, también tiene uno de los más altos estándares de vida y las encuestas muestran, que la mayoría de los daneses prefieren pagar impuestos altos y continuar siendo auto suficientes

Dinamarca es hoy noticia, pues ha anunciado que para el dos mil veinticinco, va a conseguir que el setenta y cinco por ciento de su consumo total de energía, proceda sólo de parques eólicos, pues han empezado a construir en el mar del norte, el parque eólico más grande del mundo.

Supongo que alguien pensará que Dinamarca es un país pequeño, que tiene una población de tan sólo cinco millones y medio de personas y que por ello, los cambios son mucho más fáciles, pero, para ir acabando, solo quiero que comparéis la frase que dijo un parlamentario danés a lo que dijo nuestro ministro de Industria sobre la crisis energética:

Miguel Sebastian, (España): No va a haber problemas de suministro, porque España tiene alternativas, (refiriéndose a la importación de otros países), lo que si se teme, es un aumento en el precio.
Svend Auken, (Dinamarca): No tenemos que renunciar a nuestro estilo de vida, sólo tenemos que ser un poco más inteligentes acerca de cómo vivimos.

A pesar que España está entre los países con mayores infraestructuras para el uso de energía renovable, creo yo, nos perdemos en el camino, pues si bien hace unos años, se realizó el Estudio Estratégico Ambiental del litoral español donde se estudiaron cuatro mil kilómetros de costa, para buscar los enclaves idóneos, del cual surgieron hasta setenta y tres áreas eólicas marinas que se clasificaban como aptas, a día de hoy aún no se ha empezado a construir ninguna y una veintena de proyectos esperan la autorización para comenzar a construir aerogeneradores, sólo porque aún se ha de estudiar el impacto ambiental sobre la costa, ya que si estos estudios fueran negativos, el proyecto sería rechazado.

Por otro lado, según los estudios de Greenpeace, se sabe que la energía solar podría avastecer siete veces la demanda eléctrica del país en el dos mil cincuenta y que si se invirtiera en ello, ya en el pasado año, la electricidad producida por paneles solares, sería más barata que lo que el consumidor tiene que pagar por comprar electricidad a la red. 
 
La crisis de los países árabes nos ha demostrado que no podemos depender del suministro de petróleo o gas para la aportación de energía necesaria para nuestros países. Quizás deberíamos aplicarnos el cuento de Dinamarca y empezar a hacer algo, por nosotros y por nuestra tierra.

¡No sé a que esperamos!

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