martes, 22 de febrero de 2011

Tormenta solar, abejas y las islas Marshall


El mundo está loco. Y no sólo es cosa del ser humano, si no que, parece ser, que todo nuestro alrededor se vuelve loco al unísono, por ello he querido tocar hoy una miscelánea de temas que me da la razón en cuanto a la locura del mundo.

¿Alguien podría decirme si hoy en día podríamos vivir sin las nuevas tecnologías?

Los de mi generación, aquellos que hemos estudiado con enciclopedias, los que hemos jugado en la calle, los que nos carteábamos en verano y que esperábamos a una hora para hablar por el fijo para encontrar a nuestro interlocutor en casa, si.

Pero... ¿Y nuestros jóvenes? Creéis que podrían concebir un mundo sin móviles, sin Internet, sin gps, ni sin tantos aparatos que dependen tecnológicamente de nuestros satélites?

Cuánto más avanzados somos en tecnología, más vulnerables nos hacemos, pues a pesar de toda nuestra sabiduría, dependemos de que el universo se comporte y que no nos haga una mala pasada.

Hoy leía que de aquí a once años, el ciclo solar se dirige a una período de actividad más intenso y que los científicos dicen que no se trata de si va a ocurrir, si no de cuándo va a ocurrir y qué tan grande será. Una tormenta solar potente, podría quemar los satélites, generando el caos en lugares tan distintos como la industria aeroespacial, los departamentos de defensa, las televisiones, los servicios digitales, los financieros, las agencias del gobierno o incluso causando cortes de energía que podrían durar meses, (en 1972, una tormenta magnética resultante de una erupción solar sumergió en la oscuridad a seis millones de personas en Canadá). Indudablemente la vida desde mil novecientos setenta y dos ha cambiado y mucho y ahora estamos enganchados a nuestros móviles y hacemos con ellos cosas impensables en aquel tiempo.
Lo que más fastidia es que eso mismos "expertos" dicen que no se puede hacer nada para predecirlas y menos para proteger la red eléctrica del planeta. Aunque también nos informan que no hay que entrar en pánico, pues exagerar las cosas sólo las empeora.
Dicen que si bien el tema es preocupante, se han dado cuenta que también podría ser menos grave, pues, el martes pasado, una enorme erupción solar, (la mayor en cinco años), envió un torrente de plasma ionizado hacia la Tierra. La erupción encendió auroras y perturbó algunas comunicaciones radiales, pero los efectos se limitaron en gran medida a latitudes boreales, pues los campos magnéticos estaban alineados en paralelo y por ello no ocurrió nada grave.

Así que, supongo, sólo nos queda esperar que, durante los próximos once años, los campos magnéticos de la tierra sigan alineados en paralelo, cosa que no tengo ni "zorra idea" de a que se refiere.

Por otro lado, si bien es preocupante lo de las tormentas solares, dicen otros expertos, que deberíamos preocuparnos por la desaparición de colmenas enteras de abejas. Si hemos de hacer caso a Einstein, si las abejas desaparecen, el hombre sólo sobrevivirá cuatro años.

Al parecer, esta vez, la culpa no es del sistema solar si no de un peligro mucho más nocivo para nuestra flora y fauna. Nosotros mismos.
Dicen que nuestros pesticidas y nuestros insecticidas, aquellos que protegen nuestras cosechas, actúan sobre el sistema nervioso de las abejas, causándoles la muerte en pocas horas. Dicen que en Alemania y Francia, hace más de tres décadas que estos pesticidas están prohibidos y dicen los expertos, que al parecer, nuestros agricultores, no hacen un uso correcto de ellos y los usan de manera excesiva. Pero es curioso, los insecticidas son malos, los pesticidas peores, pero en cuanto ves en el supermercado un producto ecológico o tratado sin pesticidas, su precio se duplica. ¿Alguien está dispuesto a pagar más dinero, por productos que sean consecuentes con el medio ambiente?

Que el cambio climático es el presente, eso está claro. El aumento de la temperatura, los fenómenos naturales más violentos, la crecida de las aguas o incluso la desaparición de trozos de tierra que a nadie le importa, pues nada de ella se puede sacar.

Dicen que las islas Marshall, en el Pacífico, están en peligro de hundirse bajo el océano y que esto no tardará más de noventa años, pues se prevé que el pacifico aumente su canal en algo más de medio metro, para finales de este mismo año
Estas islas, son una república independiente y sus sesenta mil habitantes, a parte de la preocupación de perder sus hogares, piensan en su desaparición como ciudadanos, pues se preguntan que derechos puede llegar a tener un desplazado, al quedarse sin estado. Ya que no es como, por ejemplo la desaparición de la antigua Yugoslavia, si no, la desaparición física de un país y esto, al parecer, no está contemplado en la ley. Aunque se ha organizado una reunión para el mes de Mayo donde personal internacional de varios ámbitos legales estudiaran el tema.
Supongo que nadie sabe que va a pasar en nuestro futuro más inmediato y creo que si alguien lo supiera tampoco lo diría. Pero lo que si sé es que cada vez estamos más condenados a vivir con esa tecnología creyendo que nada ni nadie puede quitárnosla, y que descuidamos el planeta, pues total, nosotros no le sobreviviremos. No nos importa que unas islas idílicas desaparezcan, pero si, no poder navegar por Internet, o ni siquiera antes de hoy habíamos pensado en la desaparición de las molestas abejas, pero si, de lo bien que nos iría tener un cargador único para el móvil.

Tal vez, deberíamos pensar en como estamos tratando al mundo y en como no repetir errores del pasado, y no tanto, en tener el último cacharro tecnológico para poder trabajar incluso desde la playa.

Slow life y disfrutar de este mundo, pero del mundo de verdad y de las cosas que realmente importan.

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