miércoles, 12 de enero de 2011

Primeros pasos del viaje...

Supongo que esta odisea empezó hace mucho tiempo atrás. Siguiendo con el hilo de ayer, os voy a poner otra de las frases en inglés que también me gustan:

Once upon a time...

O lo que es lo mismo: Había una vez... Dicen que este es el principio de toda buena historia que se precie. Bien. Yo tengo un bonito relato que contar y como recordaréis, es la odisea de publicar mi novela.

Como ya he comentado anteriormente, me gusta hacer las cosas con tranquilidad y bien, así que empezaremos por el principio, porque empezar por el final, ha de ser sumamente aburrido.

Miro el despacho donde escribo y veo un montón de cajas con relatos inacabados. Sentimientos de adolescente escritos en libretas que debían contener deberes de matemáticas o fórmulas de física pero en los que encontraréis de todo menos eso.

Escribía sobre cada cosa que me pasaba. Siempre se me ocurrían relatos sobre las personas que conocía. Algunos incluso, antiguos novios, tienen su propia novela corta, novela que nunca les enseñé, por supuesto.
Por otro lado, las paredes, estanterías, mesas y cajones, están llenas de notas con frases que a menudo se me ocurren y que tengo que escribir en cualquier lado. Algún día tendré que recopilarlas y usarlas.

Dicen que la Odisea es un viaje lleno de incidentes y dificultades, pero al leer el poema épico de Homero, no hemos de olvidar que su protagonista, (originalmente llamado Odiseo, Ulises en latín), obtiene ayuda de la hija de Zeus. Eso me da que pensar que Homero no fue cruel y aunque Ulises tarda diez años en volver, su autor quiso ser benevolente con él, pues al final, recupera su reino y es reconocido por su esposa. Cosa que me lleva a añadir una nota a la definición de Odisea: Viaje lleno de incidentes y dificultades, con final feliz.

En lo que jamás había pensado es en lo que iba a costarme poner en circulación mi novela. No es que me encontrara con puertas cerradas, ni con ventanas medio abiertas, lo que me costaba era sacarla de mi despacho.

La primera parte estaba terminada, corregida por mi misma, (pues cuesta demasiado dinero llevarla a un corrector), y preparada para encuadernar y registrar. Llevaba más de un mes encima de la impresora con sus veintidós capítulos y sus trescientas setenta y una páginas. Si no la había leído y releído cuarenta veces, no lo había hecho ninguna. Y cada vez que la leía, me gustaba más y volvía a enamorarme de sus protagonistas.

¿Podemos llegar los escritores a enamorarnos de nuestros personajes?

Yo creo que si. Al menos, yo lo he hecho.

Muchos besitos a tod@s y slow life, o lo que es lo mismo, tomaros las cosas con calma.

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